Con 34 años, en
1812, habiendo alcanzado el grado de
Teniente Coronel, y tras una escala en
Londres, partió a Buenos Aires, donde se puso al servicio de la
Independencia de las
Provincias Unidas del Río de la Plata. Se le encomendó la creación del
Regimiento de Granaderos a Caballo (que hoy lleva su nombre), el cual logró el triunfo en el
Combate de San Lorenzo. Más tarde se le encargó la jefatura del
Ejército del Norte, en reemplazo del
General Manuel Belgrano. Entonces concibió su plan de
emancipación sudamericana, comprendiendo que el triunfo patriota sólo se consolidaría al eliminar todos los núcleos
realistas, es decir partidarios de mantener el
sistema colonial, en el continente.
Nombrado gobernador de
Cuyo, con sede en la
ciudad de Mendoza, puso en marcha su proyecto: tras organizar al
Ejército de los Andes cruzó la
cordillera del mismo nombre y lideró la liberación de Chile, en las batallas de
Chacabuco y
Maipú. Luego, utilizando una flota organizada en Chile, atacó al centro del poder español en Sudamérica, la ciudad de
Lima, declarando la independencia del Perú en 1821. Poco después se encontró en
Guayaquil con
Simón Bolívar, y tras una breve entrevista le cedió su ejército y la meta de finalizar la liberación del Perú. San Martín partió hacia
Europa, donde murió el 17 de agosto de 1850.
San Martín y Bolívar son considerados los dos libertadores más importantes de Sudamérica de la
colonización española. En la Argentina se lo reconoce como el
padre de la Patria y se lo valora como el principal héroe y prócer nacional. En el Perú se lo reconoce como libertador del país, con los títulos de «Fundador de la Libertad del Perú», «Fundador de la República» y «Generalísimo de las Armas». El
Ejército de Chile le reconoce el grado de
Capitán General.